Los adolescentes usan pocos libros.


Un articulo que vale la pena compartir. Los adolescentes acceden a informaciĆ³n dudosa. SegĆŗn un ranking mundial, los argentinos aparecen debajo de la media en lectura de libros y entre los que mĆ”s usan la Web.
Imprescindible. La computadora resulta central a la hora de estudiar. Tres estudiantes con sus apuntes y la atenciĆ³n puesta en Internet, sin libros a la vista.

Si los adultos usamos Internet para informarnos, para trabajar y hasta para auto diagnosticarnos, tambiĆ©n los adolescentes usan cada vez menos libros y mĆ”s Internet para hacer los deberes. Una prueba es que, tras 244 aƱos de vigencia, la enciclopedia britĆ”nica acaba de dejar de imprimirse en papel para generar sĆ³lo contenidos digitales. Sin embargo, seƱalan los especialistas, el problema de Internet a la hora de hacer la tarea es que muchos alumnos copian y pegan sin leer, se quedan con los primeros sitios que aparecen en los buscadores y confĆ­an en pĆ”ginas dudosas.
Un estudio de la consultora internacional GfK hecho entre 37.000 jĆ³venes de 25 paĆ­ses mostrĆ³ lo siguiente: en Argentina, el 42% de los jĆ³venes de entre 15 y 19 aƱos encuestados “lee libros” mientras que la media entre MĆ©xico y Brasil asciende al 46% y la global (Europa y Asia), a 57%. Sin embargo, el interĆ©s de los adolescentes locales por la electrĆ³nica, Internet y las computadoras supera al del resto de los paĆ­ses, tanto con fines de entretenimiento como para hacer deberes (ver infografĆ­a). AsĆ­, cuando hicieron foco en el uso que le dan para resolver deberes observaron que muchos buscan informaciĆ³n en sitios como RincĆ³n del Vago, Wikipedia, Yahoo Answers y Taringa: sitios que contienen informaciĆ³n y opiniones subidas por cualquier usuario y que, a pesar de eso, los alumnos suelen dar por vĆ”lidos. AdemĆ”s, tienden a ir a las primeras pĆ”ginas que aparecen o a leer la primera parte de un texto y copiar a ciegas el resto.
“Muchos chicos creen que todo lo que estĆ” en Internet puede ser copiado y utilizado literalmente sin referencias. Recurren al ‘copiar y pegar’ y hacen creer que ellos fueron los autores del texto. El problema no es sĆ³lo el plagio sino las consecuencias negativas para el desarrollo de su pensamiento reflexivo”, plantea Roxana Morduchowicz, autora del libro “Los adolescentes y las redes sociales”.
Karina Sapag, docente de comunicaciĆ³n de la Universidad de La Plata y de escuelas secundarias, describe: “Muchas veces les dejo una pregunta y en vez se investigar la escriben textual en Yahoo Answers y dan como vĆ”lida la respuesta mĆ”s votada por los usuarios. Otras, cuando cortan y pegan, borran pĆ”rrafos enteros para que no quede un texto largo y sea evidente. AsĆ­, me encuentro con trabajos absolutamente incoherentes. TambiĆ©n abren grupos cerrados en Facebook y suben los trabajos prĆ”cticos. DespuĆ©s, cuando a otra divisiĆ³n le doy el mismo trabajo, los bajan y los entregan”. Se llama “copy paste” al cuadrado.
Nilda Palacios, licenciada en EducaciĆ³n y gerenta de Desarrollos Multimedia de Santillana, opina: “Antes de Internet existĆ­a un criterio de verdad con respecto a la informaciĆ³n: si estaba en un libro, diccionario o enciclopedia era cierto. Hoy los alumnos tienen otros recursos disponibles, por lo que esos criterios estĆ”n en tela de juicio. ¿CĆ³mo saber quĆ© es confiable y quĆ© no? La consigna del docente es la que orienta la bĆŗsqueda”. Lo explica Sandra Ziegler, investigadora del Ć”rea de EducaciĆ³n de FLACSO: “Si la consigna es “busquen informaciĆ³n sobre tal tema’ probablemente apenas pondrĆ”n las palabras clave en Google y copiarĆ”n sin siquiera leer. Pero si les piden que analicen y comparen varias fuentes, ‘copiar y pegar’ carece de sentido”.
Que los adolescentes no leen libros es una afirmaciĆ³n debatida. Para Sapag “leen muy pocos libros. Es mĆ”s, si les pido una lectura muchos buscan en Internet la reseƱa o miran la pelĆ­cula. A veces esta forma ‘exprĆ©s’ de hacer la tarea es fomentada por los padres, que quieren que la resuelvan en minutos”. Palacios, en cambio, cree que “no leen menos sino distinto: es una lectura mĆ”s salpicada y superficial, por lo que no estoy segura de que el proceso de comprensiĆ³n sea del todo profundo”.
Ziegler no cree que Internet destierre a los libros: “Yo disiento con la mirada nostĆ”lgica que dice ‘antes se leĆ­a mĆ”s’. Lo que hoy tenemos es una multiplicidad de fuentes y un caudal enorme de informaciĆ³n. El desafĆ­o de los docentes no es sancionar sino enseƱarles a validarlas y a seleccionarlas”. Morduchowicz va en la misma lĆ­nea: “No se trata de elegir entre el libro, el diario, la televisiĆ³n, una revista, el cine o Internet. Para fortalecer el capital cultural de los adolescentes es esencial que accedan a una diversidad de bienes culturales. Que reescriban con sus palabras lo que encuentran en Internet, que lo comparen para verificar su seriedad, que construyan sus propias conclusiones. Solo asĆ­, el potencial de Internet podrĆ” ser aprovechado no sĆ³lo para la tarea escolar sino para fortalecer la actitud reflexiva y crĆ­tica de los adolescentes”.

Por Gisele Sousa Dias- Publicado en Clarin digital.

Licenciada Alba JimƩnez
www.cyonar.com.ar 

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